The pointless snide remarks
of hammer-headed sharks
-Radiohead.
Tuve un sueño, finalmente. Sé que fue así porque no desperté asustada, nada más un poco abrumada. En el sueño, yo entraba a un salón, como en la escuela, pero vacío. Todas las paredes estaban en blanco, el techo también. Había en el centro del salón una escalera, que sostenía algunos frascos con pintura y unas brochas, todas de distintos tamaños. Como era lo más obvio, trepé la escalera y una brocha que luego sumergí en pintura gris. Así empecé a pintar las siluetas estilizadas de varios tiburones, que daban vueltas en círculos, alrededor de una luz blanca. Poco a poco los brochazos se iban haciendo más rápidos y menos cuidadosos. Tiburones martillo que rondaban la luz. Oscuros. Desde abajo yo los veía, con rabia. Les daba pincelazos que me salpicaban la cara y las manos. Una vez terminada mi obra maestra di un salto desde la escalera hasta el suelo y miré hacia arriba.
Tiburones en círculo, alrededor mío, eso es aterrador. Pero a veces las obras maestras llegan a producir esos efectos.
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