miércoles, 30 de septiembre de 2009

Así se hace

Las cosas siempre se hacen esperando algo a cambio, desde un gracias, una sonrisa, un igualmente, un GRACIAS, un lo que sea. Todo, menos silencio e indiferencia, aunque sea aparentemente aparente.

Si no se hicieran así, no se harían desde el fondo, desde el alma, desde el corazón.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Mittelmäßigkeit

La mediocridad se siente. No es algo con lo que te levantas un día y al día siguiente ya no, como los barros. Ésta no es así, voluble y repentina. Va anidando en los rincones de su huésped y, cual repugnante parásito, roe poco a poco todas las entrañas. La víctima la cree insignificante al principio, no tiene ninguna importancia presentar uno o dos síntomas en un mes, a la semana, diario. Al fin y al cabo todo se cura. Pero la mediocridad ataca y no tiene ninguna especie de misericordia; su meta: poseer al otro ser por completo, controlarlo, inmovilizarlo, cegarlo. El otro, idiota y fatalmente herido se deja seducir por el bicho. Se arrastra, una pandemia invisible y letal, que amenaza con destruir lo poco que queda de la especie. No hay solución, no hay cura ni remedio. 

martes, 8 de septiembre de 2009

Every cloud has a silver lining

You gotta get up every morning
no matter what happened last night.
[...]
Get up! Out of bed!
Right foot! Left foot! Moving!
Get out of your head!
Soon you'll be improving.

-Garfunkel & Oates - Silver Lining

No lo creo. Angustia y miedo, como de costumbre, y luego falsa valentía. Escapé hacia mi casa, muy rápido, en el camino forcé una sonrisa. Después regresó el miedo cuando ella no levantaba los ojos y me daba la espalda. Yo temblaba atrás de mis muros mientras por dentro todo era un torbellino gris. Siempre soy gris. Escribí la nota de siempre; el plan de siempre que no me atrevo a concretar: un final épico que no merezco.

Odio la pretensión, el gris, el calor, los ojos que no me miran, el silencio golpeando mi garganta, el miedo, los lugares comunes, las palabras gastadas, el dios que no muestra la cara, el mes de noviembre y todo lo que representa, el hecho de que nunca tengo razón, aquello que odio y no debo explicar, mi inseguridad, mis vueltas sobre el mismo tema que nunca llegan a nada, la nada que consume mi cerebro, la lentitud del tiempo, la rapidez del tiempo, el tiempo, el dinero, la migraña, la cardiopatía idiopática, despertar, no soñar, el hecho de que mañana tal vez pase lo mismo que hoy y sólo yo me dé cuenta.

Después el argumento se repite por dentro. Yo no lo controlo, sino que se aparece cuando quiere. Sin saberlo, el odio que siento hacia todo tiene sentido. Yo tengo sentido, aunque no lo sé. Una mirada suya puede apagar la tormenta. Sonrío hacia dentro, donde el odio se transforma en una fecha; en el instante consumido por el tiempo que a nadie más pertenece. Tal vez sólo yo lo recuerdo. Precisamente por eso lo atesoro.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Otro de sueños, como si me gustaran

Y no, no me gustan. En absoluto. El sueño es ligero y con cualquier ruido mis ojos se abren como persianas, escudriñando la oscuridad y dándose cuenta de que no es nada. Tal vez un mosquito, tal vez el gato despierto en el piso de arriba. El hermano insomne o nada más una gota que se suicida desde la boca del grifo de la regadera. Vuelvo la cabeza a la almohada y caigo automáticamente, lista para despertar otras cuatro o tres veces más en el transcurso de la noche. Siempre es así, en los noches ordinarias.

Pero también existen las noches como hoy, en las que sueño. 

Escuché pasos en las escaleras y el timbre retumbar. Mi madre corría hacía arriba. (Ni para qué te levantas, ya sabes que probablemente no sea nada). Ahora los pasos llegan a la puerta de mi habitación. (No te levantes, sabes que no es nada).  No era mi madre, era mi hermano que decía con voz baja: "levántate, es para ti". (No me voy a levantar, no es cierto, no es nada.) Mi hermano se va y escucho voces, todas hablan del visitante matutino, que estaba en la calle, que no quería entrar, que esperaba que yo saliera. Y no se movería hasta que lo hiciera. (No me voy a levantar, si es cierto, entonces vendrán otra vez por mí. No es nada). De nuevo alguien abre la puerta del cuarto y enciende la luz "¡Levántate ya, que no se va a ir hasta que salgas!" Esta vez fue mi madre, que dejó la puerta abierta y las luces encendidas. 

Salté de la cama con un brinco, el estómago temblando y los pies con escalofríos. Me miré en el espejo e intenté mejorar mi aspecto, pero no pude hacer mucho al respecto. Descalza y a medio vestir abrí la puerta, con trabajos. Salí a la calle, pisando charcos y la respiración agitada convulsionaba todo mi ser. 

Mis padres dormidos, mi hermano también. Afuera no había nada más que un perro que husmeaba en la basura del día anterior. Sin creerlo aún, parpadeé varias veces, aclarando la mirada somnolienta, avancé, revisé ambos lados de la banqueta desierta y regresé adentro. Directo a la cama. Lo sabía, no era nada.

jueves, 3 de septiembre de 2009

María

El lapicero está en llamas, María se quema,
su mano se incendia, no la siente.
Humo en los pulmones,
nadie se acerca a ella,
se queman como el lápiz,
hombres y mujeres,
María no ve nada.
Hierve su sangre,
les duele respirar;
María está ausente
entre rojo y naranja
se pintan sus manos inocentes.