sábado, 5 de septiembre de 2009

Otro de sueños, como si me gustaran

Y no, no me gustan. En absoluto. El sueño es ligero y con cualquier ruido mis ojos se abren como persianas, escudriñando la oscuridad y dándose cuenta de que no es nada. Tal vez un mosquito, tal vez el gato despierto en el piso de arriba. El hermano insomne o nada más una gota que se suicida desde la boca del grifo de la regadera. Vuelvo la cabeza a la almohada y caigo automáticamente, lista para despertar otras cuatro o tres veces más en el transcurso de la noche. Siempre es así, en los noches ordinarias.

Pero también existen las noches como hoy, en las que sueño. 

Escuché pasos en las escaleras y el timbre retumbar. Mi madre corría hacía arriba. (Ni para qué te levantas, ya sabes que probablemente no sea nada). Ahora los pasos llegan a la puerta de mi habitación. (No te levantes, sabes que no es nada).  No era mi madre, era mi hermano que decía con voz baja: "levántate, es para ti". (No me voy a levantar, no es cierto, no es nada.) Mi hermano se va y escucho voces, todas hablan del visitante matutino, que estaba en la calle, que no quería entrar, que esperaba que yo saliera. Y no se movería hasta que lo hiciera. (No me voy a levantar, si es cierto, entonces vendrán otra vez por mí. No es nada). De nuevo alguien abre la puerta del cuarto y enciende la luz "¡Levántate ya, que no se va a ir hasta que salgas!" Esta vez fue mi madre, que dejó la puerta abierta y las luces encendidas. 

Salté de la cama con un brinco, el estómago temblando y los pies con escalofríos. Me miré en el espejo e intenté mejorar mi aspecto, pero no pude hacer mucho al respecto. Descalza y a medio vestir abrí la puerta, con trabajos. Salí a la calle, pisando charcos y la respiración agitada convulsionaba todo mi ser. 

Mis padres dormidos, mi hermano también. Afuera no había nada más que un perro que husmeaba en la basura del día anterior. Sin creerlo aún, parpadeé varias veces, aclarando la mirada somnolienta, avancé, revisé ambos lados de la banqueta desierta y regresé adentro. Directo a la cama. Lo sabía, no era nada.

2 comentarios:

  1. Recomendación: antes de pararte de la cama, date un pellizco, puede ser que te ahorres el mal rato... ¡¡ánimo!!

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  2. Por eso digo que las pesadillas son las que rulean :D

    Saludos, vertigators!

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