viernes, 18 de septiembre de 2009

Mittelmäßigkeit

La mediocridad se siente. No es algo con lo que te levantas un día y al día siguiente ya no, como los barros. Ésta no es así, voluble y repentina. Va anidando en los rincones de su huésped y, cual repugnante parásito, roe poco a poco todas las entrañas. La víctima la cree insignificante al principio, no tiene ninguna importancia presentar uno o dos síntomas en un mes, a la semana, diario. Al fin y al cabo todo se cura. Pero la mediocridad ataca y no tiene ninguna especie de misericordia; su meta: poseer al otro ser por completo, controlarlo, inmovilizarlo, cegarlo. El otro, idiota y fatalmente herido se deja seducir por el bicho. Se arrastra, una pandemia invisible y letal, que amenaza con destruir lo poco que queda de la especie. No hay solución, no hay cura ni remedio. 

1 comentario:

  1. ¿Por qué seducirá? ¿qué encantos tendrá? Ciertamente la idiotez del afectado es el caldo de cultivo de esta plaga, pero ¿por qué?

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