sábado, 25 de julio de 2009

Una tarde en el ballet

Bailarina rusa moviéndose con una gracia que no comprendo. Más bien pienso en los años de entrenamiento en la madre patria –mater, pater; madre, padre. No tiene sentido.para presentarse en un escenario que no entiendo. Supongo que la mayoría de las personas en este público no entiende realmente y sólo viene a presumir. La parte que sí entiende, de cualquier manera es demasiado pretenciosa como para que realmente le importe. Probablemente haya dos o tres personas que en verdad lo disfruten. Yo no. No lo entiendo.

La verdad es que sería interesante correr hacia el escenario y taclear al tipo de las medias azules, pero probablemente me reiría demasiado en el camino y no podría correr. De hecho ahora me río un poco y el señor calvopretencioso* voltea a verme feo. Lo que no sabe es que cuando volteó, me di cuenta de que él pertenece al grupo de personas que no comprende lo que ocurre en el escenario. Pobre rusa.

Me pregunto por qué no venderán bebidas en el ballet. Supongo que por la misma razón por la que no venden botellas en los conciertos grandes: la gente –odio ese término– las avienta. Supongo que también estaría interesante arrojar hielos al escote de la señora me-maquillo-mucho-y-aún-así-me-veo-del-carajo**. Me río de nuevo y el mismo calvopretencioso me lanza una mirada inquisidora. Yo hago como si no lo viera, lo que me provoca un poco más de risa.

Intermedio. Quisiera hablar por teléfono y decir algo como "sí, estoy en una función de ballet, pero la interpretación me parece demasiado irresoluble." Entonces, Calvopretencioso me vería con ganas de matarme, pero no lo haría porque las reglas de etiqueta lo prohiben y el señor utiliza corbatas Scappino porque cree que le dan más categoría, cuando en el fondo probablemente tampoco tenga la menor idea de lo que representa la danza. Yo tampoco, así que realmente no es justo que lo juzgue por eso.

Quisiera hablar por teléfono –si lo hiciera en este momento– incluso después de que se apaguen las luces. El señor calvo voltearía y diría algo reprensivo pero condescendiente como "¿podrías guardar silencio? La obra ya va a reanudarse." Yo respondería; "¿en serio va a reanudar? Yo creía que estas obras se terminaban en el intermedio." Él, todavía más enojado, cuasi-gritaría: "Cómo te atreves a hablarme en ese tono" o algo por el estilo. Yo, entonces, terminaría con: "¿Podría guardar silencio por favor? La obra ya reanudó y sus gritos son una falta de respeto al buen gusto." Él tendría que guardar silencio.

De pronto me doy cuenta de que la obra terminó. Qué bien, ya puedo ir a casa.

* Referencia a José Agustín
** Referencia a Karen

2 comentarios:

  1. No lo puedo negar, me gusta el ballet, no más que la ópera, pero de verdad me gustan esos escenarios en lo que todo parece perfecto y no lo es, sino todo lo contrario.

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  2. jijiji
    Esa referencia...
    ¿se refiere a que me veo del carajo?
    :D

    Me gusta el blog. Es un bonito buffet pa todos los paladares.

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