No puedo: los pies sobre el suelo, el ojo que huye de mí. Soñé de nuevo con el cuarto visto desde afuera. No puedo entrar a él; apenas puedo ver una pequeña parte (explico: el ojo es la ventana del cuarto) de su cuarto rojo. Cortinas que se cierran ante mí (los párpados); alguien más observa mi cuerpo flotando frente a la ventana (en mis sueños puedo volar) y me envidia, pero soy yo (la teoría dice que aquel que sueña es teatro, público y actor al mismo tiempo); me mira con desprecio, pero soy yo.
Al mismo tiempo trato de ver qué hay dentro del cuarto (el cuarto es ella, la casa no), pero no hay nada. La casa es roja,
como sangre en marejadas,
como el reflejo del sol
cuando se oculta detrás de las nubes;
ella también se oculta
detrás de las cortinas,
los parpados,
las palabras (la teoría dice que en los sueños se ven letras, pero no lo que dicen). En el fondo, muy en el fondo, quiero ver qué hay en el cuarto. No es a ella a quien amo, pero quiero saber qué hay en el cuarto al que nadie puede entrar.
Al mismo tiempo trato de ver qué hay dentro del cuarto (el cuarto es ella, la casa no), pero no hay nada. La casa es roja,
como sangre en marejadas,
como el reflejo del sol
cuando se oculta detrás de las nubes;
ella también se oculta
detrás de las cortinas,
los parpados,
las palabras (la teoría dice que en los sueños se ven letras, pero no lo que dicen). En el fondo, muy en el fondo, quiero ver qué hay en el cuarto. No es a ella a quien amo, pero quiero saber qué hay en el cuarto al que nadie puede entrar.
Entra. Es un sueño, no existe. Nada más es.
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