Odio escribir y no decir nada, odio decir algo y no escribir nada.
Odio pensar y no hablar, odio hablar y no pensar.
Odio pensar que pienso, odio imaginar que pienso,
odio creer que sí pienso e imagino.
Odio llegar a casa y no tener nada en la cabeza.
Detesto ignorarme,
detesto estar fuera de mí,
detesto estar dentro de mí,
detesto tenerme miedo,
detesto detestarme.
Aborrezco las comparaciones,
aborrezco compararme,
aborrezco hablar demaciado y no decir nada.
Finalmente, me siento bien,
me encanta mi pez,
me encanta Odin,
amo a mi amado
y me doy asco por cursi.
Fin de la nota pseudo angustiante.
Yo también odio muchas cosas del estilo, pero lo que odio más en este momento es: traducir mal griego (por no saber), odio el sentimiento de soledad, odio las pesadillas y odio el desorden. Entre otras muchas cosas que me contaminan, que me desesperan y me hacen enojar.
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