martes, 13 de julio de 2010

Simbolismo

Es un gozo sentir que el frío te llega al corazón
y poder decir, tocándolo con una mano
como a un hogar que rodavía humea, "ya no arde". 

—Gustave Flaubert

La distancia es más grande que yo. Miedo al futuro; el miedo palpita con ritmo cardiaco, repetitivo. Esto no es un poema, es miedo. Tal vez vayas a donde no puedo acompañarte —persecución; puertas corredizas, últimos momentos donde toda intención es transitoria porque todo es transitorio—. Miedo, porque tu mundo es más grande que el mío, igual que la distancia; años vacíos de paredes grises, como esa pintura que entendí porque era yo, lanzando gritos contra una puerta cerrada. Era yo, reflejado en el pasado gris, porque el pasado es gris. Puertas corredizas, balcón cerrado. Era yo, escondido bajo la mesa para que pensaran que desaparecí; alguien abrió la puerta, me buscaban. Las demostraciones más claras no son significativas, algo interno destruye todos los significados y todo se convierte en un signo vacío. Irracional, porque todo tiene un nombre. Algo en mí murió en la tarde junto a esa cama, a oscuras, teléfono en la mano; algo se fue esa tarde, desapareció. Algo me habló de cosas imposibles y desde entonces detesto aspirar a algo más allá de mis limitaciones. Pero habla el miedo, ese miedo amarillo que me vuelve insignificante; destruye todo significado y me convierte en un signo vacío. Era yo, obligado a aprender cómo mantener una conversación; aprendí el valor de las preguntas insignificantes. Era yo, la respuesta a una pregunta que nadie hizo. Todavía arde, ese fuego sofocado que murió esa tarde y que era yo.

domingo, 4 de julio de 2010

Horas infames

Las cinco de la madruga es la peor hora para hacerse preguntas importantes. Probablemente solamente a esa hora algunas cosas se comprendan bien, pero no todas. No las que tienen que ver con miedos, con dudas, con esperas. Pero la que menos tiene sentido y respuesta es la que siempre me viene a estas horas, casualmente: ¿estás aquí? Es absurda simplemente porque no tiene respuesta a estas horas, porque nadie vive a estas horas, y mucho menos para contestar preguntas. Pero también porque no es justo preguntarla si no hay oportunidad de contestar. ¿Una respuesta nula, es una respuesta? No. Es por eso que a estas horas no pregunto, no pienso, nada más respiro ligero y dejo que todo salga en su forma líquida y salada, empapando mi almohada.

En la mañana sale el sol. Pero eso va a suceder dentro de muchas horas.