La cosa con los límites es que existen. El límite es una cosa, delimita, delinea, es infranqueable. Hay dos clases de límites: los impuestos y los reales. La cosa con el límite real es que es el más infranqueable. El límite impuesto es penetrable, pero no debe ser penetrado. No se puede ir más allá del límite real porque simplemente no hay nada después del límite: la realidad de lo limitado termina en el límite.
El límite marca la diferencia entre las cosas (atención: no dije "objetos"). Sé que tú y yo somos diferentes por el límite real entre ambos. Sé que puedo porque lo que quiero está dentro de lo que puedo. Sé que no puedo cuando lo que quiero está más allá de mis límites. Y como todo lo que está más allá del límite es inalcanzable, no existe; buscar lo extralimitado es como tirar estrellas con piedras.
La realidad es limitada. La tendencia absurda de tirar estrellas con piedras es exactamente la misma que intenta que toda la realidad quepa dentro de un límite subjetivo. Se llama idealismo en sentido amplio, y es una enfermedad. El hombre no es capaz de nada infinito, porque no está en su naturaleza. El hombre es más bien incompleto, enorme diferencia; decir que el hombre puede relacionarse con lo infinito es lo mismo que decir que el hombre es dashlin.
Dios, si existe, no puede ser ilimitado, pues no sería nada o sería absolutamente todo; y si fuera todo, por ser ilimitado, realmente no sería nada, pues nada tendría límite y nada existiría. Aristóteles lo sabe. Todo necesita un límite para poder considerarse como un algo. Se puede hacer ética del límite, pero no es importante. El límite se conoce por reducción al fenómeno, pero no es un fenómeno. La ciencia es un hecho, así que no es problema. El único problema importante es el límite, y hay que darse cuenta de nuestros propios límites reales.
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