jueves, 26 de noviembre de 2009

Ficción final

La pequeña oficina me hacía sentir incomoda, sentí el pretendido cuero pegarse a mi espalda, y los jeans se sentían cada vez más apretados. Frente a mí un pequeño cuadro (arte objeto) y un poco a la derecha la vieja puerta de madera. Debí haberlo esperado al menos una hora, mi agenda tuvo que ser re-acomodada y ya no tendría tiempo para ver el programa gourmet de las diez de la noche.
Me hizo las mismas preguntas de siempre y no dudé en responder, dije lo necesario, no lo que quería, pero sí lo que debía. Se siente extraño.
Incluso ahora, no puedo recordar que fue lo que dije, recuerdo algo de mi soledad y de mis sentimientos y de mi crecimiento, que ultimamente he madurado
- No somos adultos, Lucía. Es un mérito que se paga caro-. ¿A qué estaba renunciando? ¿Qué había dejado atrás?
No me sirvió café ni me ofreció galletas, tuve que escuchar su largo sermón y seguir la dirección retorcida de sus preguntas completamente esféricas. No hubo diálogo.
Primero, mi soledad, luego "tienes que ser menos egoísta", después, "me siento perdida, pero estoy en el centro"-por cierto no hay centro- y la esperada respuesta "el mundo no gira en torno tuyo".
Yo giro en torno al mundo, y mi mundo no es él, no ciertamente no lo es.
Primero ¿giro?, ayer el sol salió un poco más a la derecha,en la esquina de mi labio, hoy sus rayos parecían besarme; el sábado me tenía agarrada por el cuello y por cosas de la luna volvió a ponerse frente a mis ojos. El sol se mueve y me rodea. Entonces ¿soy inmóvil? creo que ayer acorté la distancia a la luna,el sábado tenía mis pies sobre su suelo de polvos. Tengo-padezco movimientos elípticos.
Conclusión: sí hay centro.
-¿Qué hay en el centro?-
"Sí", le dije "me siento como si las cosas hubieran dejado de existir para mí, se escapan y no puedo alcanzarlas."
El pequeño y aburrido cubículo no dejaba de calentarse. No hablaba para nadie, ni para mí misma. Ser adulto, no nunca, a menos que tenga un centro sobre el cual girar. Salí más solitaria que antes, vi al siguiente paciente, no se veía tan solo, su centro debía estar en casa preparándole la cena. Su problema se veía a leguas, su trayecto no era elíptico, sino esférico... monótono, perfecto, ficticio, mentira sobre mentira.
En fin, creo que no volveré, no lo no haré.

1 comentario:

  1. No vuelvas. Una película me enseñó más acerca de centros de lo que pude aprender en geometría o en cualquier otra clase: en tu vida hay que atreverse a ser la "leading lady", ser el centro de tí, nada más.

    ResponderEliminar